segunda-feira, junho 23, 2008

Se houvesse encontrado as palavras certas naquele tempo...

"És um tipo vulgar (e pensar que foste um deus). Tens pouca piada, até me custa a lembrar, o quanto me fazias rir, o coração descompassado e o formigueiro entre as pernas, um humor incendiário que me apetecia rasgar e devorar, num ímpeto pré-histórico. Quando bastava uma pilhéria, uma chalaça, uma laracha. O que escreves, lê-se. É assim mesmo: lê-se. Lê-se bem, como uma receita que queremos tentar, uma notícia de jornal, um anúncio, um letreiro de dentista, um sorriso ao canto da boca, de passagem. Mas pouco mais. Tempos houve em que te achei um quase génio da escrita mundana: vivo, provocador, uma invulgar destreza no entrelaçar de sentimentos proibidos, nos finais inesperados. Afinal, era apenas eu que não te esperava, que não te sabia assim, como és: vulgar, um tudo nada pretensioso, a exibires as letras como se um cachimbo ao canto da boca, um lencinho ao pescoço, um bigodinho cuidadosamente aparado, biqueiras reluzentes, o ego inseguro à espera do afago amoroso de terceiros. Apaixonada, imaginava-te um dom, e sonhava com a fatalidade de honrares a minha existência com o resto dos teus dias de excepção. Hoje, nem por nada quereria o óbvio tédio da tua vida, na minha. Excitava-me, então, a falta de pontuação, de maiúsculas, de vírgulas, de iniciativa, de um pouco de loucura. Uma roleta russa, perigosa, o jogo matreiro no qual descobria os teus significados ao virar de cada frase. Hoje, constato que és previsivelmente simpático, normal, um bocadinho entediante, até. Lamento, não te detesto, como decerto me preferirias: para mal dos teus pecadilhos, apenas me desinteressas. A cor dos teus olhos, afinal, não contém o mar, muito menos o céu: a cor dos teus olhos, não passa de uma composição genética de fortuito bom-gosto."

www.umamoratrevido.blogspot.com

terça-feira, junho 10, 2008

Porque não te vais embora?

Achei-te esquecido e me apareces em sonhos... Não tinhas mais para me roubar? Não foi suficiente o tempo, a inocência e tudo o que te dei que tens de voltar no meio da noite, como um ladrão covarde? Já compreendi que não te posso apagar da minha memória, por muito que eu queira. Será possível, pelo menos, que fiques a um lado? Que passes pela tangente da minha vida?

Não quero saber de ti. Não quero lembrar aquele tempo. Não me quero dar o trabalho de te odiar, porque nem isso mereces. E pelo mesmo motivo, não me vou dar o trabalho de te perdoar. Mesmo quando penso que já passou muito tempo, que se calhar estava na hora de sermos adultos e deixar a raiva a um lado... mesmo aí... vejo-me novamente naquele jardim, vejo-me ao pé daquele autocarro, a chorar sem nenhum consolo, contigo ao lado sem mais nada para dizer... E então pergunto-me: como é possível perdoar? Como? Quando a única coisa que te pedi foi respeito e nem isso me soubeste dar? Quando tiveste a pouca vergonha de reabrir aquela ferida que foste tú que criaste, mesmo sabendo o tempo que demorou em sarar?

Não. Não posso perdoar. Nunca vou poder. Da mesma maneira que nunca consegui ouvir novamente aquela música que nos fez dançar numa noite de agosto. Não há em ti nem um bocadinho da pessoa que conheci, da pessoa que me apaixonou apesar de todos os seus problemas. Mas aquilo valeu, sim, valeu. Porque me fez crescer. Porque me ensinou a apreciar as pessoas que gostam de mim. Porque sem ti hoje não seria a pessoa que sou, nem teria descoberto a felicidade na que hoje vivo... sem que faças parte dela.

Gostava de que não existisses. Gostava mesmo. Mas existes. O consolo que tenho é que já não me consegues criar mais dor, porque não és ninguém. O único pesadelo que me resta de ti é que vives na minha memória. Porque não te vais embora?

sábado, junho 07, 2008

Rescatado del Baúl de los Recuerdos IV: POR UNA SONRISA... UN CIELO!!

Quizá fue lo que debí hacer. Salir corriendo, dejarte ahí con tus problemas, con esas debilidades que nunca aciertas a describir, y que todo quedase en un bonito recuerdo. Pero dicen que soy una luchadora. Yo diría que, más bien, algo cabezota. ¿Imposible? Esa palabra no existe para mí. Prefiero seguir soportando la presión de esos que dicen que eres un caso perdido y que nunca lo conseguiré, antes que darme por vencida.

Puede que me cegara un poco: demasiada ilusión, demasiados planes, demasiados proyectos. Y las promesas dulces duelen más cuando son rotas. Aún así, lo importante es no pisar nunca el freno, ya sabes, eso que tanto deseas... Miedo me da pensar que, tal vez, hoy sea el día en que lo vuelvas a intentar, pero más miedo me da pensar que, tal vez, hoy sea el día en que lo consigas.

Prometo, que ya sabes que siempre cumplo, seguir poniendo un sol en ese cielo gris cada día. Prometo seguir estando dispuesta a escuchar tus lamentos y, sorpréndeme, también alguna alegría. Prometo continuar tan lejos, pero tan cerca... Prometo no marcharme cada vez que me lo pidas (¿cuántas veces van ya?) y seguir insistiendo. Y prometo encontrar para ti, sólo para ti, una buena razón por la que seguir viviendo.

Rescatado del Baúl de los Recuerdos III: DESEOS DE COSAS IMPOSIBLES

Siempre soñé con ella. Soñé tanto que no tuve tiempo de pararme a pensar en que eras tú el que estabas a mi lado. Deseaba que llegara la noche sólo para verla. Y me pasaba las horas muertas mirándola desde el balcón, alargando mi mano, intentando tocarla. “La deseo tanto...”, te repetí tantas veces.

Creí que lo hiciste por amor. Las últimas palabras que escuché de tu boca fueron: “Te traeré la Luna”. Y cuando desperté a la mañana siguiente y no estabas a mi lado, pensé que habías ido a buscarla. Pero sigo en mi balcón, noche tras noche, y ella, tan bella, tan radiante, continúa en el mismo lugar. Y tú no vuelves.

No imaginé que tendrías celos de la Luna, pero reconozco que es amor lo que siento por ella. Sin embargo, ahora te echo de menos. No fui justa, no me merezco la Luna. Anoche cerré mi balcón y hoy te suplico que vuelvas, porque he aprendido que hay sueños imposibles de cumplir. Te prometo que la próxima vez, tan sólo soñaré con las estrellas.

Rescatado del Baúl de los Recuerdos II: ROMEO Y JULIETA

Sintió que aquel olor ya no impregnaba su cuarto. Todavía con los ojos a medio abrir, se acercó al lugar en el que, hasta ayer, estaba aquel jarrón lleno de rosas blancas, sus preferidas. No pudo evitar que un escalofrío recorriera su cuerpo. Se miró al espejo y este se quebró de impotencia y lágrimas contenidas, de un grito ahogado que jamás llegó a salir de su garganta.

Al principio todo parecía una mentira más de una larga lista, pero esta resonaba ensordecedora en su cabeza. Tal vez porque fue la última. O tal vez porque fue verdad. Se dirigió al cementerio con un clavel en la mano. “Esta vez cumpliste tu palabra”, le dijo. Y colocó el clavel sobre aquella lápida que enterraba sus sentimientos más profundos, toda su juventud y todos sus proyectos de vida.

Se quedó allí con él, pero esta vez para siempre. Porque, en el fondo, adoraba sus mentiras tanto como le adoraba a él. Su cuerpo, casi inerte, se torturaba en su particular Romeo y Julieta. “¿De qué sirve la vida sin ti?”, musitó la florecilla. Y con las últimas luces del alba se marchitó. Como decía su canción: “Al cabo del tiempo habían crecido: un clavel y una rosa que se habían querido”.

Rescatado del Baúl de los Recuerdos I: RECUERDOS

Son sólo días que pasan. Es vivir envuelta en una rutina que me ahoga; ver pasar el tiempo sin poder hacer nada para que se detenga. Es darse cuenta de que los recuerdos quedan cada vez más lejos, que las cosas ya no son como antes y que nunca volverán a serlo.

Y no ser capaz de aceptarlo.

Será el recuerdo de tu sonrisa. Será tal vez el recuerdo de esa mirada que me penetraba, me atravesaba y me hacía sentir desnuda. O será quizá el recuerdo de tus caricias lo que me hace seguir estremeciéndome después de tanto tiempo. Pero me doy cuenta de que los recuerdos quedan cada vez más lejos, que las cosas ya no son como antes y que nunca volverán a serlo.

Y no soy capaz de aceptarlo.

Recuerdo aquel baile que se nos hizo eterno, las risas de los que nos rodeaban, la pasión descontrolada, la complicidad, los sueños... Aunque los recuerdos quedan cada vez más lejos, las cosas ya no son como antes y nunca volverán a serlo.

Y tú, ¿eres capaz de aceptarlo?