Rescatado del Baúl de los Recuerdos II: ROMEO Y JULIETA
Sintió que aquel olor ya no impregnaba su cuarto. Todavía con los ojos a medio abrir, se acercó al lugar en el que, hasta ayer, estaba aquel jarrón lleno de rosas blancas, sus preferidas. No pudo evitar que un escalofrío recorriera su cuerpo. Se miró al espejo y este se quebró de impotencia y lágrimas contenidas, de un grito ahogado que jamás llegó a salir de su garganta.Al principio todo parecía una mentira más de una larga lista, pero esta resonaba ensordecedora en su cabeza. Tal vez porque fue la última. O tal vez porque fue verdad. Se dirigió al cementerio con un clavel en la mano. “Esta vez cumpliste tu palabra”, le dijo. Y colocó el clavel sobre aquella lápida que enterraba sus sentimientos más profundos, toda su juventud y todos sus proyectos de vida.
Se quedó allí con él, pero esta vez para siempre. Porque, en el fondo, adoraba sus mentiras tanto como le adoraba a él. Su cuerpo, casi inerte, se torturaba en su particular Romeo y Julieta. “¿De qué sirve la vida sin ti?”, musitó la florecilla. Y con las últimas luces del alba se marchitó. Como decía su canción: “Al cabo del tiempo habían crecido: un clavel y una rosa que se habían querido”.
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